Principales corrientes en musicoterapia, sus fundamentos teóricos y sus aplicaciones prácticas
- DAVID GAMELLA
- 1 ago
- 5 Min. de lectura

Exploraremos los modelos e intervenciones en musicoterapia, un campo en constante evolución que combina arte, ciencia y relación humana para promover la salud y el bienestar. En este texto analizaremos las principales corrientes, sus fundamentos teóricos y sus aplicaciones prácticas, entendiendo cómo la música puede ser un potente medio terapéutico y de crecimiento personal.
La musicoterapia, en su esencia, es una disciplina que utiliza la música y sus elementos—sonido, ritmo, melodía y armonía—como herramientas para facilitar procesos de cambio emocional, cognitivo, social y físico en las personas. Para comprender su alcance, es fundamental distinguir entre diferentes prácticas relacionadas, como la medicina musical, la musicoterapia y otras formas de musicking orientadas a la salud y el bienestar. La medicina musical, por ejemplo, emplea música pregrabada en contextos médicos para mejorar estados físicos o emocionales, sin establecer una relación terapéutica en sentido estricto. La musicoterapia, en cambio, es una práctica relacional que involucra un terapeuta y un paciente, y que se fundamenta en un marco teórico que guía sus intervenciones.Para entender mejor estos enfoques, es útil situarlos dentro de un modelo teórico que Bonde (2011) propone, denominado "musicking en la salud". Este concepto abarca cualquier uso de la música que ayude a regular estados emocionales o relacionales, promoviendo el bienestar, ya sea en contextos terapéuticos o en la vida cotidiana. Bonde sugiere que el "musicking en la salud" tiene como núcleo común la utilización de experiencias musicales para influir en la regulación emocional, la construcción de comunidad, la formación de identidad y la ayuda individual.
Este marco conceptual permite clasificar las prácticas en cuatro grandes propósitos: primero, el desarrollo de comunidades y valores a través del musicking; segundo, la creación y compartición de ambientes musicales; tercero, el uso profesional de la música y el sonido para asistir a individuos; y cuarto, la formación y desarrollo de la identidad mediante la música. Estos propósitos no son excluyentes, sino que se superponen y se articulan en diferentes contextos y niveles de intervención.
Dentro de este esquema, la musicoterapia ocupa un lugar específico, caracterizada por su relación terapéutica y por su fundamentación en modelos teóricos que guían las intervenciones. Es importante destacar que la musicoterapia no es la única forma de promover la salud mediante la música; existen otros enfoques, como la musicoterapia comunitaria, la musicoterapia en salud mental, y prácticas de musicking autogestionado, que también contribuyen al bienestar.
Para profundizar en los modelos de la musicoterapia, es necesario revisar las principales corrientes internacionales. Entre ellas, encontramos modelos como la terapia guiada por imágenes y música (GIM), la terapia musical analítica, la terapia creativa, la terapia benenzoniana, la terapia conductual, y la terapia comunitaria. Cada uno de estos modelos tiene una base teórica distinta, una metodología particular y aplicaciones específicas.Comencemos con la terapia guiada por imágenes y música (GIM), desarrollada en los años 70 por Helen Bonny. Este modelo se basa en escuchar música clásica cuidadosamente seleccionada para evocar imágenes internas, estados emocionales y experiencias profundas. La sesión típicamente consta de varias fases: preámbulo, inducción, viaje musical, regreso y diálogo verbal. La música actúa como un catalizador que permite acceder a niveles profundos de la psique, facilitando procesos de introspección, integración y sanación. La GIM ha sido utilizada en contextos clínicos diversos, desde el tratamiento de traumas hasta el acompañamiento en procesos de crecimiento espiritual.
Otro modelo importante es la terapia analítica musical, que tiene raíces en el psicoanálisis y en la psicología analítica de Jung. Desarrollada por Mary Priestley, esta corriente emplea improvisaciones musicales simbólicas para explorar el mundo interno del paciente, activar contenidos inconscientes y promover la autoexploración. La sesión no sigue un formato rígido, sino que se centra en la relación entre el improvisador (terapeuta) y el improvisado (paciente), donde la música funciona como un lenguaje simbólico que refleja conflictos, deseos y recursos internos.
La terapia creativa, inspirada en la obra de Paul Nordoff y Clive Robbins, enfatiza la improvisación libre y la interacción espontánea entre el terapeuta y el paciente, especialmente en poblaciones infantiles con discapacidades del aprendizaje o del desarrollo. Aquí, la música se convierte en un medio de expresión no verbal, en un juego que favorece la comunicación, la autoestima y la integración social. La flexibilidad y la creatividad son sus pilares, permitiendo adaptarse a las necesidades particulares de cada individuo.Por su parte, la terapia benenzoniana, fundada por Rolando Benenzon en Argentina, se caracteriza por su enfoque en la identidad sonora y la comunicación no verbal. Utiliza el concepto de ISO (Identidad Sonora) para activar energías internas y facilitar la interacción en pacientes con autismo, estados vegetativos o trastornos psiquiátricos. La intervención se estructura en fases de descarga, percepción y diálogo sonoro, buscando abrir canales de comunicación a través del sonido y la música.
Asimismo, la terapia conductual musical (CBMT), se fundamenta en principios del condicionamiento operante y en el análisis conductual. Utiliza la música como estímulo reforzador para modificar conductas específicas, aumentar habilidades sociales, mejorar la atención o reducir comportamientos problemáticos. Es muy utilizada en rehabilitación neurológica, en trastornos del espectro autista y en programas de modificación de conducta. La estructura de las sesiones es rigurosa, con protocolos claros y medición de resultados.Por último, la terapia comunitaria y la musicoterapia en comunidad abordan la salud y el bienestar desde una perspectiva sociocultural. No se centra solo en la relación individual, sino en la interacción grupal y en el impacto social de la música. La comunidad participa activamente en la creación y el intercambio musical, fomentando la inclusión, la identidad colectiva y el cambio social. Este enfoque se apoya en teorías de sistemas, sociología y antropología, y busca promover la participación activa y el empoderamiento a través del musicking.Estas corrientes, aunque distintas en sus fundamentos y metodologías, comparten valores comunes: la importancia de la relación, la creatividad, la sensibilidad cultural y la capacidad de la música para facilitar procesos de cambio. La integración de estos modelos en la práctica clínica requiere una comprensión profunda de sus principios y una actitud flexible y respetuosa hacia las necesidades de cada persona.
El avance de la musicoterapia en las últimas décadas también ha estado marcado por desarrollos en la investigación, que buscan evidenciar la eficacia de las intervenciones. Estudios controlados, revisiones sistemáticas y meta-análisis han demostrado que la musicoterapia puede reducir el estrés, mejorar la comunicación, aumentar la autoestima, aliviar síntomas de ansiedad y depresión, y promover la recuperación neurológica.
Además, las innovaciones tecnológicas, como las aplicaciones digitales, la realidad virtual y la inteligencia artificial, están ampliando las posibilidades de intervención y evaluación en la musicoterapia. La creación de programas personalizados, el monitoreo en tiempo real y la integración con otras disciplinas, como la neurociencia y la psicología positiva, enriquecen el campo y abren nuevas vías para potenciar la salud y el bienestar.
Como ha quedado explicado, la musicoterapia es un campo dinámico y multifacético que combina ciencia y arte para promover la salud integral. Sus modelos diversos reflejan la riqueza de la experiencia musical y su capacidad para conectar con las dimensiones más profundas del ser humano. La clave de su eficacia radica en la relación auténtica, en la sensibilidad cultural y en la creatividad del terapeuta. Como profesionales y como sociedad, debemos seguir explorando y valorando el poder transformador de la música, no solo en contextos clínicos, sino en la vida cotidiana, en la comunidad y en la cultura, para construir un mundo más saludable, inclusivo y humano.





















Comentarios