Afinando el Alma: El Viaje del Musicoterapeuta
- DAVID GAMELLA
- 1 ago
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En el núcleo de la musicoterapia late una verdad esencial: el musicoterapeuta es el verdadero instrumento. No basta con dominar teorías o técnicas; ser musicoterapeuta implica un viaje profundo, un proceso transformador que moldea el alma y afina la esencia del profesional. Como un instrumento orgánico, único y vibrante, el terapeuta lleva consigo "cuerdas" tejidas por sus vivencias, formación y emociones. La preparación no solo despierta la conciencia de estas cuerdas, sino que las nutre, fortalece sus matices y explora su potencial para resonar en la interacción terapéutica. Estas ideas provienen de RESONANT LEARNING IN MUSIC THERAPY
A Training Model to Tune the Therapist de Inge Nygaard Pedersen, Charlotte Lindvang y Bolette Daniels Beck, una autentica joya de la formación en musicoterapia de Aalborg (Dinamarca)
Imaginemos este proceso como la afinación de un instrumento singular. La metáfora de "afinar al terapeuta" captura la esencia de una formación que trasciende lo académico, puliendo las habilidades innatas y la musicalidad del estudiante para forjar conexiones empáticas y profundas. Este viaje, inspirado en el concepto de "aprendizaje resonante" de Lindvang (2010), se arraiga en la vibración compartida entre seres humanos. Es un estado de presencia, adaptabilidad y reflexión que permite al terapeuta sintonizar con el otro, como si sus almas vibraran al unísono en un acorde sutil.
La musicoterapia no es solo una disciplina; es un arte y un oficio que se forja en la práctica. No se aprende en los libros, sino en el cuerpo, en el alma, en el encuentro. El terapeuta en formación se sumerge en experiencias vivenciales que despiertan un "conocimiento tácito", un saber que solo emerge al habitar la música y la relación terapéutica. Como dice Søren Willert, este aprendizaje es un ensayo de la psicología con el propio cuerpo, donde el valor profesional sustituye la búsqueda de verdades absolutas. Estudios confirman que vivir la posición del cliente —sentir en carne propia el poder transformador de la música— es clave para comprender los niveles no verbales y emocionalmente intensos de la terapia. En una encuesta del programa danés de musicoterapia, el 94% de los profesionales afirmó haber integrado estas experiencias en su identidad como terapeutas.
El programa de musicoterapia de la Universidad de Aalborg, pionero desde 1982, encarna esta visión. Inspirado en el Mentorenkurs Herdecke de Alemania, combina la musicoterapia analítica de Mary Priestley y los enfoques Nordoff/Robbins, con un énfasis en la autoexperiencia. Sus fundadoras, Inge Nygaard Pedersen y Benedikte Barth Scheiby, diseñaron un modelo que entrelaza tres caminos —terapéutico, musical y académico— con igual importancia. Este enfoque, inicialmente revolucionario, ganó el reconocimiento del Ministerio de Educación y se convirtió en un referente mundial.
En este entrenamiento, el cuerpo y la voz del terapeuta son herramientas sagradas. La formación despierta una conciencia profunda de estas herramientas primarias, reconociendo que la voz lleva la huella de la herencia, la cultura y las vivencias. "El cuerpo lleva la cuenta", y cada respiración, cada sonido, refleja emociones guardadas o liberadas. Los estudiantes aprenden a escuchar sus sensaciones corporales, cultivando una presencia que les permite autorregularse y mantenerse conectados en la relación terapéutica.
Pero este viaje no termina con un diploma. Ser musicoterapeuta es un compromiso de por vida con el crecimiento personal. La formación es solo el comienzo, un cimiento que prepara al profesional para buscar inspiración y apoyo continuo a través de la supervisión, la terapia personal y la comunidad. Cuidarse a sí mismo es esencial para evitar el agotamiento emocional, un riesgo constante en esta profesión. Estudios en psicoterapia revelan que los terapeutas que han recibido terapia personal experimentan mayor crecimiento y resiliencia, lo que refuerza la importancia de la vía terapéutica en la formación.
El modelo de Aalborg también enfrenta dilemas éticos con rigor, abordando cuestiones como la confidencialidad, los límites y las dinámicas de poder en la relación estudiante-cliente. Manuales claros y supervisión directa guían a los estudiantes para navegar estos desafíos con responsabilidad y sensibilidad.
A través de su enfoque de "aprendizaje basado en problemas", Aalborg fomenta la colaboración, el pensamiento creativo y la resolución de retos auténticos. Este modelo se alinea con la esencia de la musicoterapia, donde la experiencia vivencial abre nuevas formas de ver el mundo. El currículo integra disciplinas como la Terapia de Entrenamiento Grupal, la Interterapia y las Imágenes y Música Guiadas, cada una diseñada para profundizar en el autoconocimiento y las habilidades terapéuticas. En todas, la música es un puente hacia el inconsciente, un catalizador de emociones y transformaciones.
Afinar al terapeuta es un proceso continuo, un arte de escuchar no solo la música, sino las sensaciones, las emociones y las resonancias del encuentro humano. Este viaje, guiado por la música y arraigado en el ser, forja profesionales éticos, resilientes y profundamente humanos, listos para acompañar a otros en su propio camino de sanación.
David J. Gamella





















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